Es bastante común observar que con el comienzo de las clases las consultas de padres preocupados por sus hijos, aumentan. En la mayoría de los casos son las mismas maestras las que realizan las derivaciones o sugieren a los padres que quizás su hijo esté necesitando ayuda profesional, argumentando “falta de atención”, “problemas de conducta”, “agresividad hacia sus compañeros de curso”, etc.
Luego, hacia el final del año la demanda de consultas disminuye, ya que deja de existir la escuela como lugar en el que los niños expresan ciertos conflictos. Pero los conflictos ¿desaparecen junto con la escuela?
Con sus comportamientos ellos transmiten que algo está sucediendo, algo que les es imposible, en ese momento al menos, expresarlo de otra manera. Aquí es donde la consulta a un profesional puede permitir al niño “decir” aquello que traduce en agresión, falta de atención, etc. La persistencia en el tiempo de esta situación en algunos casos llega a producir efectos negativos en los pequeños, que son “rotulados” como “el vago”, “el burro”, “el loco”, siendo muy difícil para ellos poder comportarse de otra manera, dejar de responder a esa etiqueta que un día alguien les puso. Es bastante frecuente observar esto en aquellos casos en los que niños “inquietos” son diagnosticados como ADD o ADHD .
¿De qué hablamos cuando hablamos de ADD, ADHD?
Es muy común escuchar hablar de ADD o ADHD cuando en las escuelas hay un alumno con problemas de conducta o con problemas de aprendizaje. Muchos niños encuentran un nombre en estos diagnósticos siendo un obstáculo para poder realmente buscar la ayuda pertinente en el lugar indicado.
No se puede negar lo tranquilizador que puede ser para cualquier padre preocupado, por lo menos poder ponerle un nombre a aquello que está manifestando su hijo en la escuela y no convivir con la incertidumbre de no saber qué le sucede.
Muchas veces a estos niños se les indica medicación, lo cual puede ser necesario en algún caso pero no en todos, ya que cada uno es diferente a otro, por lo cual las problemáticas también lo serán y deberán recibir una atención distinta. En los casos en los que se procede a administrar solo medicación y aún en aquellos que esta fuere necesario hay algo que queda excluido: ¿qué le sucede al niño?
Los chicos son emergentes del grupo familiar, por lo tanto muchas veces se convierten en la punta del ice-berg de una problemática más profunda, siendo la escuela uno de los ámbitos en los cuales pueden expresar su malestar, su padecimiento, buscando alguien que los escuche. Falta de límites, de contención, de sostén, es lo que se oculta detrás de ellos que a su vez producen en los adultos que los rodean, en algunos casos por el exceso de actividad, en otros por la agresividad, la sensación de desborde y de no poder contenerlos volviendo al punto de inicio: falta de límites, de contención.
Frente a esta problemática muchas veces se hace necesaria la intervención de un profesional que pueda brindar contención tanto al pequeño como orientación a los mayores, siendo éste un paso importante para poder acompañarlos no haciendo oídos sordos a los pedidos de ayuda.
Lic. María Julia Calderone.
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